sábado, 18 de junio de 2011

contextos historicos precursores

Contexto histórico precursores
El parentesco apareció como uno de los primeros temas de la antropología evolucionista de la segunda mitad del siglo XIX. En un tiempo en que la antropología aparecía más como un entretenimiento, asociado al coleccionismo de antigüedades y objetos de culturas exóticas, es sintomático que casi todos los primeros interesados en el estudio sistemático de las culturas de los pueblos considerados en ese tiempo como salvajes[1] hayan sido abogados de profesión, y que una de sus principales materias de estudio la constituyera precisamente el parentesco. El interés de personajes como J. F. McLennan o Johann Jakob Bachofen en el parentesco de sociedades antiguas —principalmente la romana y la griega— radicaba en sus intenciones de encontrar los orígenes de las reglas europeas de parentesco que determinaban, entre otros asuntos, el derecho a la herencia o a la sucesión.
Precisamente es la obra de estos dos autores la que marca el inicio de los estudios de parentesco. En su libro Mutterecht (El derecho materno), Bachofen —de nacionalidad suiza— expone su hipótesis sobre el matriarcado como la forma original de la organización en las sociedades primitivas. La base de su argumentación la constituía el conjunto de mitos antiguos en los que las mujeres aparecían como las figuras de autoridad —ejemplo de ello era el mito de las amazonas—. De acuerdo con Bachofen, el parentesco en las sociedades primitivas se fijaba a través de la madre, ya que la promiscuidad sexual de los seres humanos en estado salvaje habría impedido que los hombres reconocieran a sus propios hijos. Como corolario de lo anterior, las mujeres poseían también el monopolio del poder político, lo que dio lugar a una ginecocracia o gobierno de las mujeres.[2] Hay que aclarar que la existencia del matriarcado no fue probada nunca, y que su empleo en el habla cotidiana para referirse a contextos sociales donde hay predominio femenino es erróneo desde el punto de vista de la antropología.[3] La existencia del matriarcado fue puesta en duda por autores contemporáneos de Bachofen, como Maine, para quien el matriarcado era sólo resultado de un error interpretativo de los mitos.
Por su parte, el británico John Ferguson McLennan, desconociendo la obra de Bachofen que sirvió de punto de partida para numerosas investigaciones etnológicas sobre el parentesco, publicó cinco años más tarde su propia propuesta, que en algunos puntos parecía coincidir con la de Bachofen. En El matrimonio primitivo, McLennan argumentaba que las formas anteriores de organización parental podían ser descubiertas mediante la observación de ciertos ritos de los pueblos primitivos, entre ellos, el rapto de la novia. La existencia de esta práctica en varios pueblos era explicada por McLennan como una supervivencia[4] de tiempos remotos en los que el infanticidio femenino era una práctica generalizada, lo que redundaba en un número reducido de mujeres disponibles para los hombres maduros. Esto habría generado la aparición de la poliandria[5] como la primera forma de organizar las relaciones de parentesco entre los seres humanos.[
Un parteaguas en la historia de los estudios de parentesco en la antropología lo constituyó la obra del estadounidense Lewis H. Morgan. Al igual que Bachofen, Maine y McLennan, Morgan también era abogado. Desde joven se interesó por los iroqueses y su cultura, al grado que participó en una sociedad que emulaba la organización social de ese pueblo de los Grandes Lagos y una de sus obras más conocidas trata de la organización política de las tribus pertenecientes a ese pueblo.[7] Precisamente su contacto con los indígenas de Estados Unidos le hizo notar algunas peculiaridades lingüísticas de los iroqueses en lo que toca a los términos de parentesco: había categorías que los occidentales como él distinguían que no podían ser traducidas de los idiomas indígenas. Posteriormente, tras uno de los primeros intentos de etnografía en campo que se hayan realizado en la historia de la antropología, Morgan recabó información sobre numerosos sistemas de nomenclatura del parentesco alrededor del mundo, que finalmente le condujeron a plantear una hipótesis explicativa de la diversidad lingüística en el paradigma de las relaciones parentales.
La obra clave de Morgan en el campo del parentesco es Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family (Sistemas de consanguinidad y afinidad de la familia humana, publicado en 1871), en el que expone sus principales aportaciones al campo de los estudios de parentesco, que constituyen la piedra base del desarrollo posterior, a pesar de los errores interpretativos que han sido señalados por varios críticos de su obra.[8] En Sistemas de consanguinidad, Morgan da cuenta de los seis principales tipos de nomenclatura del parentesco, a los que él define como descriptivos —las familias ariana, semítica y urálica— y clasificatorios —los tipos malayo, turanio y ganowaniano—.[9]
Para Morgan, los sistemas que llamó descriptivos correspondían a sociedades desarrolladas, en tanto que los clasificatorios correspondían a las sociedades primitivas o bárbaras. De esta manera, un sistema de parentesco como el malayo (correspondiente en la actualidad al sistema hawaiano) estaría relacionado con la familia consanguínea;[10] los sistemas iroqués turanio y ganowaniano están relacionados en la hipótesis de Morgan con la llamada familia punalúa, característica del período inferior de barbarie, donde un hombre estaría casado con varias mujeres que no pertenecían a su grupo, y viceversa; otro ejemplo es el que correponde a la relación a entre la familia monogámica y el sistema esquimal de parentesco, que Morgan vinculó al surgimiento de las sociedades patriarcales en la civilización antigua.[11] Aunque los sistemas definidos por Morgan continúan en vigencia en la antropología del parentesco con nombres distintos, tanto la idea de que existen sistemas clasificatorios y descriptivos como la asociación de estos tipos con ciertos estadios del desarrollo humano han sido desechados.
La influencia de Morgan no alcanzó sólo a los antropólogos. Federico Engels realizó una interpretación de la propuesta de Morgan en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado; y el marxismo mismo refleja la tendencia materialista de su trabajo. En Ancient Society (La sociedad antigua), Morgan propone una hipótesis sobre la evolución de los modos de organización social que se asocia a la evolución de las tecnologías y modos de subsistencia, similar a la que es común en la teoría marxista.
Los trabajos de Morgan fueron una base importante para el desarrollo de la teoría antropológica del parentesco durante la primera mitad del siglo XX. En buena medida, los problemas que interesaban a los investigadores eran las implicaciones jurídicas y políticas de las redes de parentesco en sociedades no occidentales. Sin embargo, los puntos centrales de la teoría de Morgan —y con ella, la del resto de los antropólogos evolucionistas— fueron puestos en tela de juicio con el desarrollo de los paradigmas relativistas y funcionalistas en Europa y Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo XX. De esta suerte, Franz Boas descalificó el método de investigación de Morgan y su tendencia a buscar leyes universales. Para Boas, el conocimiento etnográfico sobre otros pueblos no era suficiente como para aventurarse a la formulación de leyes unificadoras en las que la diversidad cultural no tenía cabida; además, Boas desarmó la asociación entre los períodos étnicos de Morgan y la tecnología y los tipos de organización social (incluidos los tipos de familia), señalando que todos los elementos que componen una cultura deben ser entendidos en su contexto cultural y no como parte de una cadena unívoca de sucesiones de estadios evolutivos de la humanidad (Boas, 1964: capítulo 4).

Por otra parte, en Europa, las tendencias principales de la sociología y la antropología social intentaban explicar las instituciones sociales por medio de su función social. Un ejemplo clásico del tratamiento del parentesco desde una mirada funcionalista lo constituyó el trabajo de Émile Durkheim. En El suicidio (1997: libro segundo, cap. III), Durkheim señala que una de las funciones de la familia es proporcionar un ambiente de primera socialización de las personas. Para Durkheim, los lazos de parentesco se modificaban de acuerdo con otras condiciones de la vida, y atribuía al debilitamiento de la función de la familia el aumento de las tasas de suicidios en sociedades industrializadas. Además, Durkheim sentó las bases de la posterior teoría estructuralista de Claude Lévi-Strauss sobre la prohibición del incesto. Para Durkheim, esta prohibición es una consecuencia de la aplicación de las leyes exogámicas que obligan a las personas de un clan a casarse con miembros de otros clanes; amén de la identificación entre el clan y el tótem, cuyas relaciones se reflejarían en la prohibición del incesto en los sistemas de parentesco de los aborígenes australianos.[12]
Años más tarde, Bronislaw Malinowski realizaría sus propias investigaciones etnográficas sobre el parentesco entre los habitantes de las islas Trobriand, al oriente de Nueva Guinea. Malinowski pretendía encontrar que el modelo universal de familia era el de la familia nuclear, aunque este tipo de organización no apareciera claramente en varios pueblos. De esta manera, según Lévi-Strauss, lo que Malinowski —y otros antropólogos sociales británicos que lo sucedieron— hizo fue desechar la importancia de la indagación en los sistemas terminológicos de parentesco, que habían sido de vital importancia en las indagaciones de los antropólogos evolucionistas como Morgan (Lévi-Strauss, 1981). Para los antropólogos británicos de la primera mitad del siglo XX, el interés de los estudios de parentesco radicaba en la función de estos en el sistema social de las sociedades, de modo que otras implicaciones de esta esfera de la sociedad, especialmente las relacionadas con la dimensión simbólica de los términos con los que las personas se refieren a sus parientes en diversos pueblos,

6 comentarios:

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  2. Está súper bien hecho, me ayudó muchísimo, gracias, buena información, se agradece su excelente trabajo.

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  3. ¿Se interesó C. Lèvi-Strauss por las terminologías de parentesco? ¿En cuál obra?

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